miércoles, abril 13, 2016

El paro de estudiantes, ¿otro paro o algo más?

Publicado en el diario La Tarde en la edición del 13 de Octubre de 2013

Han pasado ya dos años luego de que la reforma a la ley 30 propuesta por el gobierno fuese rechazada y luego paralizada por el cuerpo estudiantil colombiano. Se logró en el paro del 2011 que el gobierno escuchara la voz de queja de los estudiantes y se abriera paso no sólo al diálogo, sino a la construcción conjunta de una nueva reforma.

Sin embargo, dos años después no se han vislumbrado aún resultados, no se ha lanzado una nueva propuesta ni se ha atendido a la propuesta alternativa presentada por los estudiantes. Como resultado, estamos ante un nuevo paro nacional estudiantil convocado por la MANE (Mesa Amplia Nacional Estudiantil) para los días 16 y 17 de octubre. ¿Qué se juega en dicho paro? ¿Qué piden los estudiantes? ¿Qué pide el Sistema Universitario Estatal –SUE-?

Las universidades públicas se encuentran hoy en un déficit de 11,3 billones de pesos, reciben 2,4 billones, correspondiente apenas al 0,4% del PIB.

Desde 1993 su cobertura en estudiantes de pregrado ha aumentado en un 232,55 % y en posgrados en un 76,39 %  sin haber aumentado por esto de manera considerable el monto destinado por el presupuesto nacional. Los recursos transferidos por el Estado a estas instituciones durante los 19 años de vigencia de la Ley 30, sólo han crecido un 4,71 % en promedio anual, mientras la cifra de estudiantes matriculados durante el mismo periodo ha aumentado 13,5% al año.

No habiendo tenido en cuenta el crecimiento de las universidades, el aumento anual del rubro destinado a la educación es hoy insuficiente para el mantenimiento de las mismas. Además, los recursos por ajuste IPC han sido girados a las Universidades en vigencias posteriores a las que correspondían; llevando a las Instituciones a la necesidad de asumir ellas mismas los sobrecostos por mayor valor en el costo de vida, habiendo generado -por recursos propios- 7,5 billones entre 1993 y 2011.

En una carta del SUE enviada al presidente de la República, manifiestan las 32 universidades públicas que hay, en pesos constantes, un desfase de 166.99 % y aseguran que se requiere como mínimo un  10% adicional al IPC (unos $240.000 millones al año) para  conjurar la crisis que están atravesando.

Como solución a esta fuerte des-financiación el SUE ofrece –entre otras- las siguientes propuestas: establecimiento de una estampilla, obligatoriedad para los entes territoriales de transferir por lo menos el 1% de sus ingresos tributarios a las universidades ubicadas en su jurisdicción, que todas las compañías de servicios móviles de telecomunicaciones de voz, datos y complementarios transfieran a las universidades oficiales un peso por minuto vendido (esto aportaría aproximadamente 500 mil millones de pesos al año), financiación por parte del Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones para cubrir los costos de acceso y conectividad a las TIC, exoneración a las universidades estatales de los aportes a las Cajas de Compensación Familiar y solicitar declarar a las universidades estatales como patrimonio cultural de la nación.

Así pues, es en esta petición y necesidad de financiación a las universidades que la MANE propone un paro nacional estudiantil. Ésta, por su parte, solicita el pago del déficit presupuestal, instalar una mesa permanente de negociación de la reforma y gratuidad de matrícula, además de aumentar el porcentaje del PIB destinado a educación superior por lo menos al 1%. 


Lo que está en juego es el futuro de la sociedad. Es en la cancha de la educación donde se juega nuestro futuro. Las peticiones del SUE y de la MANE deben ser respaldadas por la sociedad en su conjunto: reducir las desigualdades, mejorar la ciudadanía, incrementar la democracia, orientarnos a una sociedad cuya base sea la eticidad, esto es, con menores costos de transacción (menos policías, menos jueces, menos defensa, menos control) y orientarnos a una sociedad de la economía de la información y el conocimiento. 

Las regalías son el producto de extraer recursos de la naturaleza, convertirlas en obras de infraestructura lo cual hace más eficiente la extracción pero no mejora la sociedad. El país está ante la tercera bonanza minera en su historia. De las anteriores, poco nos ha quedado. La educación es el más firme camino para un mejor futuro. 

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